Cómo suena la Navidad de América Latina
Un mapa musical de la memoria y la celebración
Antes que con imágenes, adornos o aguinaldos, la Navidad llega a través del oído: una canción que se repite cada año, una melodía que vuelve puntualmente con el calor del verano o el frío andino, una voz que suena en la radio, en la calle o en la casa familiar y activa la memoria colectiva. Frente a los villancicos anglosajones que dominan el imaginario global, América Latina ha construido su propia banda sonora navideña, hecha de boleros, gaitas zulianas, vallenatos, marimbas, huaynos y canciones populares que, con o sin referencias explícitas a la Navidad, marcan el tiempo del reencuentro, la nostalgia y la celebración.
Estas músicas no siempre hablan del nacimiento de Jesús: muchas evocan la ausencia, el regreso del que se fue, el año que termina o la alegría de volver a verse. Son canciones que suenan cada diciembre porque así lo decidió la costumbre, la radio, la familia o la memoria.
Este año en Casa de América trazamos un mapa sonoro, destacando la calidad local y la música de cada rincón.
Empezamos desde arriba, con Puerto Rico. Aquí la Navidad es musical por definición. El álbum Asalto navideño (1970) de Willie Colón y Héctor Lavoe introdujo la salsa como vehículo navideño y dejó grandes éxitos como Aires de navidad. Si bien por encima de todos los villancicos se encuentra Feliz Navidad (1970), de José Feliciano, convertida en himno global. Sintetiza la identidad puertorriqueña: sencilla, bilingüe y expansiva.
En República Dominicana, diciembre suena a merengue. Viejo Año (1980), en la versión de July Mateo ‘Rasputín’, acompaña el tránsito entre lo que se va y lo que llega, con una mezcla de despedida y esperanza. Más luminosa es Volvió Juanita, interpretada por la gran Milly Quezada, donde el regreso del ausente se convierte en motivo de fiesta.
La música tropical navideña se abrió paso en Cuba: uno de sus emblemas es Capricho navideño, interpretado por Celia Cruz, cuando era vocalista de La Sonora Matancera entre los años 50 y 60. Esta y otras canciones navideñas de la Guarachera de Cuba conservan el espíritu del humor, el ritmo y la celebración colectiva cubana, más cercana al baile que al recogimiento.
Desde otro lugar del corazón, México expresa una faceta más melancólica con Navidad sin ti (1986), de Los Bukis. Desde su lanzamiento, se ha convertido en un clásico inevitable cada diciembre. La canción no habla de celebraciones ni nacimientos, sino de la soledad y la distancia emocional. Su éxito demuestra que la Navidad latinoamericana también se canta desde la ausencia, y que el dolor puede convertirse en rito compartido a través de la música popular.
La Navidad guatemalteca encuentra uno de sus sonidos más reconocibles en el son Las Tortugas, villancico compuesto por José Cupertino Soberanis e interpretado principalmente por marimbas. Su ritmo alegre y su instrumentación tradicional lo han convertido en un clásico de posadas y celebraciones familiares. En clave contemporánea, el álbum Posada (2014) de Gaby Moreno retoma el espíritu navideño desde una mirada íntima y moderna, demostrando cómo la tradición puede dialogar con nuevas sensibilidades.
Caminando por Tegucigalpa (1969), de Víctor Donaire y popularizada por los Speed, es una toda postal sonora de la Navidad hondureña. La canción recorre la ciudad en clave festiva, evocando calles, encuentros y ambiente decembrino. Más que un villancico, es un retrato urbano que cada diciembre reaparece como símbolo de identidad y pertenencia.
En El Salvador, El ausente de Los Hermanos Flores (1984) se escucha cada Navidad como una canción de memoria. La letra, dedicada a quien no pudo estar presente en la mesa familiar, conecta directamente con la experiencia migratoria salvadoreña. Su ritmo bailable no elimina la nostalgia, sino que la transforma en un gesto comunitario.
Desde Nicaragua se exporta uno de los villancicos más singulares de toda América Latina, El Cristo de Palacagüina (1977), de Carlos Mejía Godoy junto a Los de Palacagüina. Una obra que se enmarca en el género de la nueva canción latinoamericana que a su vez se estructura como villancico. Una Navidad contada desde lo popular: traslada el nacimiento de Jesús al mundo campesino nicaragüense. Versionada por artistas de la talla de Chavela Vargas, la versión más conocida es la de Elsa Baeza.
Estas fechas en Costa Rica tienen un sello propio. Marcada por el espíritu de Pura Vida, Las Posadas, el Festival de la Luz de San José, Las Posadas, los toros o el tamal. La propia canción del Festival de la Luz recuerda a los costarricenses que llegó la Navidad. Un villancico que recoge este recorrido navideño es Navidad Tica, de Felipe Cordero.
Si nos vamos a Panamá, el tamborito panameño y su estructura rítmica sienta las bases del villancico popular Nochebuena Panameña. A través de la percusión, las palmas y el canto colectivo, la pieza desplaza la celebración navideña hacia el terreno del folclore, integrando una festividad de raíz cristiana universal en las formas expresivas propias de la tradición musical popular panameña, de origen afroamericano en este caso.
En Colombia, la navidad suena también a vallenato. Víspera de Año Nuevo, compuesta alrededor de los años 40 por Tobías Enrique Pumarejo Gutiérrez y popularizada por Guillermo Buitrago o Alejo Durán, es un vallenato temprano, melancólico y narrativo, acompaña el paso del 31 de diciembre con una mezcla de fiesta y despedida que define el carácter colombiano de fin de año.
En Venezuela, diciembre tiene un sonido inequívoco: la gaita zuliana. La agrupación Maracaibo 15, fundada por Betulio Medina en 1974, es uno de los máximos exponentes de la distintiva navidad venezolana, así como Ricardo Aguirre con La Grey Zuliana (1968). Sin embargo, en el plano internacional, el aguinaldo El Burrito Sabanero (1972), compuesto por Hugo César Blanco, se ha convertido en uno de los villancicos más difundidos del mundo. Interpretado por un abanico muy amplio de artistas, desde Simón Díaz hasta Elvis Crespo, Juanes o David Bisbal, la versión más popular viene de Ricardo Cuenci, miembro del grupo infantil La Rondallita.
Ya viene el Niñito, compuesto por Salvador Bustamante Celi y popularizado por Los Pibes Trujillo, es uno de los villancicos andinos más difundidos de Ecuador. Su melodía y letra reflejan una Navidad serrana, donde la devoción convive con la música popular y la identidad regional.
En Perú, Cholito Jesús (1992), compuesto por Sonia Vázquez e interpretado por Los Toribianitos, se ha convertido en un clásico navideño. La canción presenta al Niño Jesús desde una mirada infantil y andina, conectando la fe católica con el imaginario popular peruano.
Brasil, por su parte, aporta dos grandes hits. Boas Festas, compuesta por Assis Valente, es un clásico de la música popular brasileña, versionado por Maria Bethânia y otras grandes voces. Más contemporánea es Então é Natal, adaptación brasileña de Happy Xmas (War Is Over) de John Lennon, popularizada por Simone, que se ha convertido en el aviso no oficial de que la Navidad ha llegado al país.
El álbum Navidad con Los Jairas (1973) es una referencia fundamental de la Navidad boliviana. Charangos, quenas y ritmos andinos reinterpretan el repertorio navideño desde una estética indígena y mestiza, demostrando que la Navidad también puede sonar a altura, viento y montaña.
Desde Paraguay, Navidad del Paraguay, escrita en 1952 por Mercedes Jané y musicalizada por Esteban Morábito, se popularizó gracias a Los Tres Sudamericanos. Su letra —“Navidad de flor de coco, Navidad del Paraguay”— es un ejercicio de memoria y nostalgia típica de estas fechas.
Otra de las grandes voces continentales en este terreno es Argentina, con Ven a mi casa esta navidad (1973) de Luis Aguilé, o el álbum Navidad con Mercedes Sosa (1970), que reúne villancicos latinoamericanos desde una mirada comprometida y profunda. La voz de Mercedes transforma la Navidad en un canto colectivo continental, atravesado por lo social, lo popular y lo espiritual.
También lo hace así el autor uruguayo Carlos Benavides, que propone una Navidad uruguaya campesina, íntima y austera. Con Navidad del Gauchito (1976), lejos del consumo, la canción —y el álbum homónimo— construye una mirada marcada por el paisaje rural y la introspección.
De Chile queremos destacar la figura de la investigadora y folclorista Margot Loyola, clave en la preservación de los villancicos populares. Con Los Gallos o con Ay sí, ay no, recogido de la zona de La Tirana, se documenta un villancico de ritmo huayno que fue posteriormente popularizado por Víctor Jara.
Por último, el huachi-torito o guachitorito. Un tipo de villancico y danza de los Andes (Bolivia, Chile, Perú y Argentina). Es una "adoración" al Niño Jesús a través de la historia de un torito recién nacido. En términos de danza se baila en parejas, simulando un toreo. De raíz indígena y con influencias españolas, esta forma musical y coreográfica evidencia la circulación transnacional de las tradiciones navideñas y su capacidad para resignificar lo universal desde lo local.
En definitiva, la Navidad en América Latina no tiene un solo sonido ni un ritmo fijo. Puede llegar en forma de salsa, merengue, son, vallenato, gaita zuliana, huayno, marimba o balada popular. A veces se canta para bailar, otras para recordar al que falta o para reencontrarse. Lo navideño no está tanto en el género como en el momento: en la costumbre de volver a escuchar esas canciones cada diciembre.
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