El blog viajero vuelve tras las vacaciones y retoma sus andanzas en Cuzco
Cuzco
Fotos de: Victoria Rodríguez Insa
He perdido la cuenta del tiempo que ha pasado desde que me tropecé por primera vez con una imagen de Cusco y que escuché hablar a un viajero andino acerca de los secretos del imperio Inca; en aquel momento supe que deseaba ir allí, conocer sus misterios, pasear por sus caminos y, desde Machu Picchu , contemplar la puesta del sol.
Deseaba conocer la capital del imperio Inca, recorrer las calles empedradas de Cusco y atravesar el mágico Valle Sagrado. Y llegó… llegó el momento. Tras unas semanas de trabajo en Perú, tomé unos días para poder encontrarme con una de las nuevas maravillas del mundo.
Lo primero que sorprende en Cusco es ese contraste entre la luminosidad y la bruma, ese cielo… y ese paisaje que rodea la ciudad; esa tierra donde conviven las dos culturas, la inca y la española. Cada lugar, cada rincón, cada piedra te llama para acercarte a un pueblo, a una civilización que mantiene toda su esencia.
Cusco fue el centro del culto al Sol, alberga un impresionante patrimonio arqueológico en los que se llevaban a cabo las grandes ceremonias religiosas. Una de las celebraciones que a lo largo del año mantienen los rituales del pasado y que ha sobrevivido al paso del tiempo es el Inti Raymi, la fiesta del Sol.
La inexpugnable fortaleza de Saqsayhuaman o Casa del Sol es uno de los escenarios donde se celebra cada 25 de junio esta ceremonia. Pero fue en Q´ricancha - gran centro religioso en el que los Incas rendían culto a los principales dioses el Sol, la Luna, y las Estrellas- donde pude contemplar los preparativos de una fiesta en la que un grupo de jóvenes replicaban el ritual y entonaban un cántico invocando al sol; realmente sobrecogedor.
Y seguí camino hacia la plaza de Armas, donde un desfile de cientos de niños y niñas ataviados con llamativos vestidos tradicionales llenaban de color y envolvían con sus bailes la ciudad.
Recorrer la ciudad y asomarte a su historia, pasear por sus plazas y callejas sembradas de iglesias, casonas, conventos y palacios es una experiencia única. Edificios que conservan invulnerables muros incas cuyas enormes piedras talladas encajan, unas con otras, con la perfección de un puzle; como en el antiguo Palacio Arzobispal, en tiempos morada del Inca Roqa, en cuyo muro se encuentra la mítica piedra tallada de los doce ángulos.
Cada instante que pasas en Cusco te invita a descubrir más y más lugares, a sus gentes y a integrarte con un pueblo alegre y amistoso. Todo lo que te rodea es un festival de colores, olores, sabores y tradiciones de una riqueza extraordinaria.
Comenzar la mañana con un cacao calentito en el patio del antiguo Monasterio de San Antonio Abad, ahora convertido en hotel, bajo su cedro centenario mientras se deja pasar el tiempo … Me parece oír unos acordes, los sigo y, sin apenas darme cuenta, me encuentro sentada en la pequeña iglesia barroca del monasterio … escuchando a un concertista de cello “concierto para un visitante”; una delicia para los sentidos!
Y me pierdo por las estrechas y empinadas calles del barrio de San Blas con sus casonas blancas de balcones azules, donde los artesanos se concentran desde hace siglos y en las que los sábados se celebra un encantador mercado. Sentarte en uno de sus cafetines y tomarte una cerveza cusqueña, acompañarla de un ají de gallina, mientras el bullicio de la plaza te envuelve.
Si continuas curioseando en cada esquina y disfrutando de esta ciudad, tus pasos te llevan de nuevo hasta la Plaza de Armas porque necesitas saborearla más, disfrutar de la magnífica vista de la catedral, contemplar la vida que trascurre a su alrededor y probar el delicioso dulce nacional, el Suspiro Limeño, una sensación única…
Un último paseo, un recorrido dejándote llevar por esas calles de nombres sugerentes, la de los Siete Angelitos o la calle de las Siete Culebras hasta terminar en la calle de Palacio donde los restaurantes se suceden con las grandes casonas.
Ya es tarde, cayó la noche, estoy cansada y llena de emociones… Me llegan aromas de la sabrosona comida cusqueña, tengo hambre, pero sigo un olor familiar, atravieso un patio y descubro una pequeña Trattoria.“La mejor pizza de todo Cusco” , reza el cartel… y así fue, en la recoleta y animada Trattoria Justina. Una cena ligerita como aconsejan por estas tierras para aclimatarse a la altura, “comer poquito, andar despacito y dormir muchito…”
Soy una viajera infatigable por tierras latinoamericanas. Estoy enamorada de sus pueblos, culturas y lugares. Latinoamérica me inspira en la vida personal y profesional. Vivo vinculada a la cooperación al desarrollo y a los DDHH desde hace más de 17 años.
Victoria Rodríguez Insa: "Soy una viajera infatigable por tierras latinoamericanas. Estoy enamorada de sus pueblos, culturas y lugares. Latinoamérica me inspira en la vida personal y profesional. Vivo vinculada a la cooperación al desarrollo y a los DDHH desde hace más de 17 años.
Experta en Comunicación Corporativa, RRPP , Protocolo y Fundraising.