Viva México
Documental
¡Viva México! corre el riesgo de ser relegado demasiado rápido a la categoría de "cine militante" o "película de propaganda". Esta catalogación puede ser hecha tanto por ciertos activistas que encontrarán en el film la presencia de algunos de sus valores como por ciertos críticos de cine que apuntarán, por ejemplo, el uso de ciertos recursos estilísticos para no tomar en serio la forma cinematográfica que la película intenta construir.
Uno de los aspectos de ¡Viva México! que cuestiona, por ejemplo, uno de los "presupuestos” críticos más comunes, concierne a la cuestión del lugar del autor. Se sabe bien que una condición sine qua non para que a una película se le conceda el estatuto de "película de autor" tiene que ver con el lugar que el autor asume en su película, lo peor siendo que el autor se ausente de su película, que ya no sepamos donde está, de donde se está mirando, de donde se está hablando, de donde se está dirigiendo, etc... En ¡Viva México!, cuando la presencia del autor tiende a borrarse, sería sin embargo una confusión interpretarlo como una mera ausencia en vez de tratar de entender que esa borradura está relacionada con la problematica que desarolla la película: la de la escucha y de la construcción, a traves de todos los “yo” que la película pone en escena, de un “nosotros”, de un sujeto colectivo. Tal vez sería más apropiado hablar de un uso asumido de la máscara: en eso que el autor decide desaparecer a veces, perder su “yo” en el “nosotros”, en parte en una estrategía de la máscara colectiva que está de hecho relacionada con la filosofía zapatista del uso de la máscara desarollada en ciertos puntos de la película. Este desvío hacia el "nosotros" crea sin duda una forma "impura", pero que en última instancia participa de una reflexión sobre el lugar del autor y del espectador frente a la imagen, pasando por alto ciertas prohibiciones creadas alrededor del concepto - a menudo mal entendido – de "autor", a quien se le pide con demasiada frecuencia firmar la totalidad de sus planos o al menos de sus secuencias, siendo uno de los efectos perversos de esta ortodoxia la proliferación de muchas películas declaradas de autor pero constituidas principalmente por efectos de firma. Hay que señalar la relación entre lo mismo y lo otro, la insistencia, la "Repetición" asumida por la película a través de testimonios que se repiten temáticamente. Es sobre todo a través de la forma misma de estos testimonios, “en situación”, que aparece la estructura subterránea de la película y su verdadero tema. Más allá del despliegue lineal de la historia y de la iniciativa ciudadana de la Otra Campaña, captada dentro de un momento del devenir histórico y buscando unir las rebeldías dispersas a lo largo del país, la película nos invita en realidad a una estructura del retorno, con la obsesión de cada encuentro, de cada lugar-persona-cuerpo-palabra, de completar el fresco de un rostro colectivo, del espíritu de un pueblo. No es casualidad si la Otra Campaña no aparece en el título de la película porque de lo que se trata es de México y de la celebración del espíritu de su pueblo: ¡Viva México! El verdadero tema está en la búsqueda casi obsesiva del alma de un pueblo y de cierto espíritu de lucha – el contexto histórico de los eventos de la Otra Campaña así como la figura del Subcomandante Marcos son una oportunidad privilegiada de revelar el espiritú de un pueblo y este espíritu de lucha.Una película si apunta hacia el mundo, y más aún un documental, no es un objeto de consumo ordinario, sino un trampolín para la reflexión y el debate sobre una determinada realidad del mundo del cual somos los contemporáneos. ¡Viva México! ambiciona provocar la discusión, el debate y la reflexión. Pero lo logrará mejor, si aparte de su contenido estamos también atentos a su forma. Al final, lo que vemos en pantalla es menos del 0,5% de los materiales grabados: 2 horas de película por unas 450 horas de grabación. No se trata tanto de la selección de los "mejores momentos". Lo que determina la elección de mostrar tal cosa al lado de tal otra, es el intento de disfrutar y celebrar lo singular pero también, y tal vez sobre todo, es el intento de problematizar lo singular en una busqueda del universal : México siendo como la Idea llevandonos a ese universal, ese Grial, que nos ayuda finalmente a acceder/reencontrar lo que, más allá de la colección de individuos aislados tales como mónadas o categorías socio-profesionales, hace emerger esa figura y esa energía primera del pueblo y de su espíritu.
Película romántica, en el sentido de créer en el vínculo del que renace lo “posible”, la “Idea”, el Ideal, la Utopía. Romántica también al hablarnos de “la emoción de los comienzos” –lo propio del ciné, según la crítica Serge Daney, en contraposición a la TV que es “el saber cómo acomodar los restos”– “y lo propio del viaje” entendido en su sentido no turístico : ir al encuentro del otro, crear vínculo, hacer pases. Pero es también una película violentamente realista, que trata de la violencia desde ese “nosotros”, desde “los de abajo”, desde quienes la viven en su carne propia en el lugar exactamente opuesto al de los que la justifican desde “arriba” como legítima por ser legal, desde ese lugar y esa actitud tan común en la TV, en los políticos y hasta en cada uno de nosotros cuando olvidamos nuestra dimensión de sujeto ético y nos volvemos objetos de un sondeo de opinión o de consumo.
Es en esta tentativa de combinar el realismo y el romanticismo que se encuentra el esfuerzo de la película y su ética: estar más cerca de la gente, de su sufrimiento diario y de su alegre rebledía. El uno y el otro. El uno con el otro.cine
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