Victorio Macho. De Madrid a América
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La exposición 'Victorio Macho. De Madrid a América. Un palentino universal' pretende dar a conocer la obra realizada en Latinoamérica por el escultor Victorio Macho entre 1939 y 1952.
Se estructura en tres ámbitos: en el primero se hace una semblanza biográfica del artista y se presenta su obra; en el segundo se muestran sus obras en Madrid, en especial los monumentos que realizó en el Parque del Retiro, señalando los distintos lugares en los que vivió en la capital de España; y en el tercero, el más importante, se refleja las obras proyectadas y realizadas para diversos lugares de Perú, Puerto Rico, Panamá, Colombia y Venezuela, fundamentalmente, mediante las imágenes de los grandes monumentos, como con dibujos, bocetos y réplicas de ellos (algunas a escala), así como otras esculturas dibujos del autor que sirvan para visualizar las características de su estilo y hacerse una idea de lo variado de su obra.
Con motivo de la conmemoración del 50 aniversario del fallecimiento del escultor palentino, Acción Cultural Española, la Real Fundación de Toledo y la Casa de América se unen a la iniciativa del Ayuntamiento de Palencia para recordar y rendir homenaje al escultor a través de esta muestra.
La inauguración tendrá lugar el martes 29 de noviembre de 2016 a las 13.00, y estará a cargo del ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo; Miguel Ángel Recio Crespo, presidente de AC/E; Jorge Sobredo, director de Programación de AC/E; Alfonso Polanco Rebolleda, alcalde de Palencia; el comisario de la exposición, Rafael Martínez; y Santiago Miralles, director general de Casa de América;
Fechas: del 30 de noviembre al 28 de enero de 2017.
Lugar: sala de exposiciones Frida Kahlo.
Hora: de lunes a viernes de 11.00 a 19.30. Sábados de 11.00 a 15.00.
Domingos y festivos cerrado.
Entrada libre hasta completar aforo.
(1887-1966)
Formado en el conocimiento de las vanguardias de comienzos del siglo xx, y rodeado de artistas que pertenecieron a ellas, Victorio Macho rápidamente incorporó su conocimiento de la escultura europea del momento, especialmente de la figuración neocubista, a su trabajo, sin abandonar su formación realista.
A pesar de habérsele considerado un adelantado de la modernidad, apoyado en un gran dominio de la técnica, siempre dotó de un sentido clasicista toda su obra.
Su admiración por la escultura clásica, que le lleva incluso a la utilización de la pasta vítrea en los ojos, no hace sin embargo de su obra un mimético pastiche, sino que pretende renovarla
y actualizarla apartándose de los numerosos “istmos” con los que convivió, a la vez que su concepto de la belleza y de la escultura permitieron que sus ideas estéticas se expresaran mejor en los grandes monumentos. Y junto a ello, en sus retratos se aprecia su capacidad realista a través de la maestría de su dibujo y modelado.
Si bien lo principal de su obra fue realizado en Madrid y América, Cantabria conserva algunas obras importantes, como el Monumento Funerario a Marcelino Menéndez Pelayo en la Catedral de Santander, el famoso Cristo de Los Corrales de Buelna, o el Monumento a Concha Espina. Para Guetaria realizó el espectacular Monumento a Sebastián Elcano frente al mar,
y en su Palencia natal levantó en 1927 su conocido Cristo del Otero, en realidad un Corazón de Jesús, que bendice a la ciudad desde el cerro, y su último monumento, el que levantó en la Plaza Mayor al escultor Alonso Berruguete, tan admirado por él.
En su casa taller de Toledo, Roca Tarpeya, conservaba dibujos, bocetos, estudios, y réplicas de algunas de sus obras. Muchas de ellas forman parte del Museo de Victorio Macho en Toledo, y en el Centro de Interpretación de su obra en Palencia pueden verse también otras, junto a los materiales preparatorios para la realización de las obras palentinas.
(1903-1937 / 1952-1966)
Como tantos otros jóvenes artistas de su época, Victorio Macho buscó en la capital de España su formación y horizontes más amplios para su espíritu creativo. Becado por la Diputación de Palencia para estudiar en la Academia San Fernando, se instala en Madrid a partir de 1903 y, tras estar de pupilo con un sacerdote santanderino, reside en un modesto estudio en la calle de Jorge Juan, y después en una casa de la Plaza de las Vistillas. Tras su matrimonio en 1917 con la dama palentina María Martínez Romarate, se trasladó a un chalet en el Paseo Rosales.
Realiza algunas obras, entre las que destaca el Gitano Danielillo y la serie de tipos ibéricos, pero su reconocimiento le llega con el Sepulcro del Dr. Llorente en la Sacramental de San Justo. Después se sumó al homenaje a Pérez Galdós y realizó su monumento en el Retiro, costeado por suscripción pública.
En 1920 realizó El hermano Marcelo, que fue el asombro en exposiciones nacionales e internacionales. Publicó su primera monografía en 1921 y retrató a personajes importantes de su época, como Galdós, Unamuno, la Pasionaria, o Valle Inclán.
El éxito de su obra se produce tras su primera exposición personal en el Museo de Arte Moderno de Madrid y su elección para representar a España en 1924 en la XIV Exposición Bienal de Venecia. Antes había ganado el concurso de la Real Academia de Medicina de Madrid para la realización de un monumento a Ramón y Cajal en el Retiro. En 1925 participó en la Primera Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, y tras volver a ser seleccionado en 1932 para la Bienal de Venecia, su nombramiento e ingreso como Académico Numerario en junio de 1936 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, suponen su consagración.
Tras su vuelta de América en 1952, instalado en Toledo, también frecuentó a personalidades del momento, como Marañón o Menéndez Pidal, a los que retrató. En 1961, la Sociedad General de Autores le encargó el Monumento a Jacinto Benavente para el Parque del Retiro.
En sus últimos años adquirió una vivienda en Madrid, donde residió, alternando con el chalet-estudio montado en Roca Tarpeya en Toledo.
(1939-1952)
La fama de Victorio Macho, tras la Bienal de Venecia de 1924, motivó que una comisión de intelectuales de San Juan de Puerto Rico le encomendase la realización del Monumento a José María de Hostos, que se colocó en los jardines de la Universidad de Ríos Piedras, y que unos años más tarde el gobierno colombiano le encargara dos esculturas de Sebastián de Belalcázar para ser ubicadas en Cali y Popayán, ciudades fundadas por el conquistador. En junio de 1936 también le encargaron para Bogotá una fuente monumental dedicada al General Uribe.
Por ello, desde su exilio en París y a la vista de la situación creada por la II Guerra Mundial en Francia, aprovechando los lazos que le unían a diversas personalidades de Colombia y los trabajos que para aquel país tenía preparados, desembarcó en Puerto Colombia el 20 de junio de 1939.
En el continente americano residió en Colombia y en Perú. Tras una primera estancia en Colombia, que le acogió como uno de los suyos y donde se montó una gran exposición antológica en la Biblioteca Nacional de Bogotá, se trasladó a Perú en febrero de 1940, para instalarse en Lima cuya municipalidad le había encargado el grandioso Monumento al Almirante Grau, de piedra y bronce. En ese mismo año, y auspiciada por el Ministerio de Educación Pública, se inauguró una exposición de sus obras en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Viviendo en Perú, el gobierno panameño le encargó en 1944 el monumento al ex presidente Belisario Porras y en 1945 la Sociedad Bolivariana de Venezuela le encargó el colosal monumento en honor al Libertador: el Altar a Bolívar, del que no llegó a realizar más que una maqueta del conjunto, el estudio de su figura ecuestre y la cabeza gigantesca del héroe. Durante su estancia en Lima frecuentó a artistas, escritores e intelectuales, tanto locales como visitantes, retratando a varios de ellos. Y además conoció a la que sería su segunda mujer, Zoila Barros.
En 1952 el gobierno de Venezuela le encargó la realización de la tumba de los padres y la mujer del Libertador, que se conserva en la Catedral de Caracas. Y, por fin, el 20 de marzo de ese mismo año, regresó a España.
exposiciones
Territorio Wayúu, vivir en el desierto
Magdalena Correa nos hace un recorrido por la exposición