economía

Alicia Bárcena

América Latina en la nueva economía global

Alicia Bárcena

Por Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de CEPAL

La economía internacional atraviesa un período en que los mecanismos de cooperación, sobre todo los multilaterales, se debilitan, acentuando una tendencia que se observa desde el fin del sistema de Bretton Woods. Al mismo tiempo, hay un retroceso del propio proceso de globalización, que es consecuencia de la forma el mismo ésta asumió en las últimas tres décadas, a saber, la de la hiperglobalización ─ que prioriza la reducción de las barreras a la circulación del capital, de bienes y servicios; la desregulación de los mercados; y la flexibilización del mercado de trabajo. En una economía mundial heterogénea, con asimetrías muy marcadas en las capacidades de las firmas y en los sistemas de innovación de los países, la hiperglobalización conduce a la polarización creciente y a la inestabilidad del sistema. Esto se manifiesta en un “trilema del desarrollo” sostenible, según el cual la búsqueda simultánea de la convergencia internacional, de la igualdad y la protección del medio ambiente, es incompatible con la hiperglobalización. Introducción La economía política internacional sufrió notables transformaciones en el período transcurrido entre Junio de 2016 ─ cuando una ajustada mayoría votó a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (el Brexit) ─ y mayo de  2017, cuando los Estados Unidos anunciaron formalmente que abandonarían los Acuerdos de París (COP21) sobre la emisión de gases de efecto invernadero y el cambio climático. Son dos momentos simbólicos que representan lo que algunos observadores han llamado un retroceso de la globalización (“globalization backlash”) y el cansancio del electorado de diversos países (sobre todo de los países desarrollados) con las modalidades que la misma ha adoptado (Hu and Spence, 2017). Son simbólicos porque marcan no solamente una tendencia a reducir los grados de integración de la economía mundial, sino también a reducir la cooperación entre las naciones, sobre todo aquella basada en instituciones multilaterales ─ con el consiguiente aumento de las tensiones y conflictos, tanto militares como económicos. A nivel de la política al interior de los países, se observa aumento de la polarización y el acenso de grupos y partidos que hasta entonces se mantenían en la periferia de los sistemas políticos de los países desarrollados. Estos acontecimientos marcan una ruptura con el pasado. Es necesario interpretarlos y entender sus implicaciones para América Latina, para poder diseñar estrategias que permitan avanzar hacia el desarrollo sostenible en la región. Si bien se acepta que son múltiples los factores que concurren a explicar esta ruptura, se destaca en este capítulo dos de ellos: a) el predominio de la idea de que el sistema internacional podría regularse espontáneamente a partir del libre comercio y la libre movilidad de capitales, ignorado el papel crucial de la heterogeneidad tecnológica y productiva en la dinámica del sistema, así la importancia de las externalidades ambientales; b)  el predominio de la idea de que la flexibilización de los mercados y la desregulación a nivel de las economías nacionales bastarían para generar una sistema internacional abierto estable y próspero. En este artículo se argumenta que estos dos ejes sobre los que se construyó la globalización desde los 1990s generan desequilibrios de tal magnitud que la ponen en jaque (sección 2). Se argumenta, además, que  existe una trayectoria de desarrollo sostenible (en lo económico, en lo social y en lo ambiental) que encuentra barreras en América Latina y el Caribe (ALC) en problemas de inercia en la tecnología (path-dependence) y por la economía política de sociedades muy desiguales (sección 3). Se recupera la idea de un gran impulso al desarrollo en el que la dimensión ambiental se combina con la revolución tecnológica para elevar los niveles de inversión, y redefinir los patrones de producción y consumo hacia senderos bajos en carbono.

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