Conmemoración del V Centenario del Sermón de Montesinos
Teatro
21/12/2011. Hace 500 años un dominico valeroso subió al púlpito a predicar la llegada de la Navidad ante los españoles, fieles congregados. Pero les sorprendió. No habló de un nacimiento, sino de la injusticia expresada en mil crueldades de una casta española dominante hacia unos indios, cristianos como ellos e incluso súbditos de un mismo rey, pero en realidad esclavos. Se puede ver en este sermón de Adviento el germen de una doctrina de los derechos humanos, una denuncia del poderoso por respeto al débil. De fray Antón Montesino o fray Antonio de Montesinos nos hablarán expertos, en mesa, redonda y actores, en obra teatral. Mesa redonda: 500 años del sermón de fray Antón Montesino - José Antonio Pastor Ridruejo, catedrático emérito de Derecho Internacional y ex Magistrado del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. - Fray Bruno Cadoré, maestro de la Orden de Predicadores. - Manuel Reyes Mate, filósofo. Teatro: 'Primera noticia de la catástrofe', dirigida por Guillermo Heras. Autor de la obra, Juan Mayorga. Fecha: miércoles 21 de diciembre. Hora: 19.00. Lugar: Anfiteatro Gabriela Mistral. Entrada libre hasta completar aforo. En colaboración con: Orden de Predicadores.
Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, Libro lll, Cap. 4, Alianza Editorial, 1992 "Llegado el domingo y la hora de predicar, subió en el púlpito el susodicho padre fray Antón Montesino y tomó por tema y fundamento de su sermón, que ya llevaba escripto y firmado de los demás: Ego vox clamantis in deserto. Hecha su introducción y dicho algo de lo que tocaba a la materia del tiempo del Adviento, comenzó a encarecer la esterilidad del desierto de las consciencias de los españoles desta isla y la ceguedad en que vivían; con cuánto peligro andaban de su condenación no advirtiendo los pecados gravísimos en que con tanta insensibilidad estaban continuamente zambullidos y en ellos morían. Luego torna sobre su tema, diciendo así: Para os los dar a cognoscer me he sobido aquí, yo que soy voz de Cristo en el desierto desta isla; y, por tanto, conviene que con atención, no cualquiera sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual os será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír. Esta voz encareció por buen rato con palabras muy pungitivas y terribles, que les hacía estremecer las carnes y que les parecía que ya estaban en el divino juicio. La voz, pues, en gran manera, en universal encarecida, declaróles cuál era o qué contenía en sí aquella voz: Esta voz (dixo él) os dice que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué auctoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades en que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y cognozcan a su Dios y criador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Éstos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto, que en el estado que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo".