Dirección: Hernán Goldfrid. Productores: Diego Dubcovsky y Gerardo Herrero. Producción ejecutiva: Daniel Burman, Mariela Besuievsky, Jimena Blanco, Producción BD Cine (Argentina), Tornasol Films, Castafiore Films (España). Coproducción: Haddock Films, Telefe (Argentina). Guión: Patricio Vega, basado en la novela homónima de Diego Paszkowski. Fotografía: Rodrigo Pulpeiro. Dirección artística: Mariela Rípodas. Montaje: Pablo Barbieri. Sonido: Jesica Suárez. Música original: Sergio Moure de Oteyza. Intérpretes: Ricardo Darin, Alberto Ammann, Calu Rivero, Arturo Puig, Fabián Arenillas, Mara Bestelli, Antonio Ugo. Realizada con la participación de Televisión Española. Con el apoyo de Cablevisión, de MovieCity, del INCAA (Argentina), del ICAA (España) y del ICO.

Hernán Goldfrid (Buenos Aires, Argentina, 1979). Director y guionista. Graduado en Realización Cinematográfica de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica, dependiente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) de Argentina. Se vincula al medio cinematográfico en 2001, primero como asistente de dirección y luego como director de la segunda unidad del multipremiado programa de televisión de Damián Szifrón, Los simuladores. Después de dos temporadas continúa su carrera en televisión como asistente de dirección en los unitarios Mosca & Smith y Numeral 15. También en 2001, escribe y dirige el cortometraje Torino. En 2005 colabora como primer ayudante de dirección en Tiempo de valientes, de Damián Szifrón.  

"¿Por qué contar ésta historia? "El hombre justo no es aquél que no comete ninguna injusticia, sino el que pudiendo ser injusto no quiere serlo". Menandro de Atenas Al comenzar el proceso de imaginación de qué historia contar o cómo hacerla, involuntariamente siempre sale el pensar primero una pregunta fundamental: por qué. A qué cosas quiero llegar, qué ideas tengo necesidad de expresar, cuál es mi pensamiento acerca del mundo, de lo que pasó y de lo que vendrá. Desde el momento en que empezamos a trabajar en Tesis sobre un homicidio, empecé a dialogar conmigo mismo acerca de las ideas de las que habla la historia, centrándome fundamentalmente en la revisión que se plantea acerca de la búsqueda de la justicia y la del cumplimiento de la ley. Esas dos ideas que parecen tan similares, que tienen tantas aristas en común pero que, sin embargo, muchas veces se sueltan y dejan de caminar de la mano –yo puedo aplastar una mariposa y retorcerla hasta que muera y eso no es ilegal-, ahora, si esa mariposa pertenece a una colección invaluable, puedo ir preso. No es el acto el que se juzga, argumenta Gonzalo a Bermúdez. Todos los días alguien aplasta una mariposa y la ley no puede hacer nada para impedirlo, concluye planteándole sus ideas. Sí, quizás el muchacho tenga razón en su planteamiento, quizás Bermúdez también pensó alguna vez en ese problema, quizás cualquiera de nosotros también debe querer buscar la solución a ese agujero, pero Gonzalo va más allá. Se cree todopoderoso, pone sus ideas por encima de la vida, como lobo que busca un cordero, elige y mata, con el único fin de probar su teoría. Cruza el límite, la línea que lo separa del profesor, que lo separa de nosotros. Justamente ese puente que traspasa Gonzalo (o por lo menos para los ojos de Bermúdez) es quizás lo que más me interesa de la historia. No es que Bermúdez no se anime a quebrantar la ley, no es que crea que la ley es perfecta, no es que guarde una moral al respecto. Él entra a la casa de Gonzalo de manera ilegal, lo sigue, busca que pierda el control, pero nunca cruza la línea, no busca en ningún momento hacer justicia por mano propia. La película persigue plantearnos todas estas ideas, obligarnos a investigar en nosotros, a preguntarnos qué pensamos acerca de las mismas. Nos pone a prueba acerca del límite que cruzaríamos. Quizás Bermúdez termine loco, persiguiendo a Gonzalo hasta el momento en que pierda el control, quizás juegue eternamente su juego, pero lo que no hará, es permitirle cambiar las reglas. ¿Pero nosotros, qué haríamos?"