Álvaro Mutis, Premio Reina Sofía de poesía 1997
"Majestad
Dignísimas Autoridades
Dignísimos Señores
Señoras y Señores
Una vez más, en el corto plazo de un mes, España vuelve a remover en mí nostalgias amorosamente cultivadas desde la niñez, certezas imbatibles sobre el papel preponderante, ayer y hoy, de España en la historia de Occidente y la vigilante conciencia de quienes han hecho de las letras españolas un don imprescindible para el hombre en el mundo.
Pero hoy viene a sumarse a esta corriente de convicciones y sentimientos, la presencia, para mí sagrada, de la poesía. Me ha acompañado siempre la idea de que todo el poema es, finalmente, una oración. La poesía nos conduce hacia esa otra orilla en donde la cotidiana realidad nos sorprende al convertirse en un mundo en donde todo cobra un sentido transcendente y se ilumina con un aura que le concede una suerte de eternidad en donde todo está a salvo. Creo y he creído siempre que el poeta es visionario o no es poeta y se limita al opaco sino de un cronista de lo superficial y perecedero. Sin comulgar con un juicio tan inapelable, recordemos, sin embargo, lo que dijo don Antonio Machado:
Ni mármol duro y eterno,
ni música ni pintura,
sino palabra en el tiempo
Suele repetirse hoy, con frecuencia que me espanta, que la poesía es un género literario destinado a desaparecer. Es evidente que quien tal cosa afirma no conoce la virtud esencial de la poesía que consiste en acompañar al hombre en cada instante de su paso por la tierra, así le haya sido negado el secreto de convertirla en palabras. Por ello la poesía está al margen del vértigo mercantil que se ha apoderado de otros géneros literarios. El último hombre que tenga que despedirse de este mundo al borde del caos, hará poesía sin saberlo porque invocará, antes de desaparecer, esas secretas fuerzas que nos han mantenido sobre el haz de la tierra desde el principio de los tiempos.
Suele preguntárseme cuáles son los poetas que me han acompañado en la vida. La lista puede cambiar según la época y los caprichos inescrutables de los sentimientos. Pero lo que sí puedo afirmar es que don Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, Góngora, Bécquer y don Antonio Machado, formarán parte siempre de esta parca legión que me ayuda a vivir cada día. Cuál sea la suerte de estos nombres en el siniestro supermercado en el que nos ha encerrado una época de rechazo, nada tiene que ver con lo que ellos representan como testimonio de lo que España ha sido en el trágico y luminoso destino de Occidente.
No tengo palabras, y en este caso el tópico cobra una verdad irrebatible, para expresar mi gratitud a quienes hoy otorgan a mi poesía un reconocimiento que, con el augusto nombre que preside este premio representa sin duda para mí el momento más pleno y decisivo de mi vida de escritor. Quienes se detengan hoy en alguna página escrita por mí, sabrán que he sido y seré siempre y antes que nada un modesto servidor de la poesía".
Álvaro Mutis