Toda buena historia que se precie se nutre permanentemente de diferentes tipos de conflictos y la violencia, la barbarie, es la expresión máxima de esas luchas que dan aliento y acompañan a cada una de las tramas y subtramas literarias, pero vivimos una época en la que las formas extremas de violencia de la vida real (América Latina no es una excepcion) parecen haber dado un nuevo impulso, un nuevo prisma desde el que encarar el texto literario. ¿Se trata de una novedad que está transformando la forma en que se narran las historias o se trata de un fenómeno que siempre estuvo allí, vinculado intrinsecamente a la especie humana (y a la literatura)? ¿Será verdad, como decía Kavafis, que tal vez los bárbaros sean, después de todo, la solución?