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La luz de la selva amazónica

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La exposición 'La luz de la selva amazónica', del fotógrafo Rodrigo Petrella, es mucho más que una muestra fotográfica. Se trata de una visión, la de los habitantes de la cuenca del río más caudaloso del mundo. "El fotógrafo brasileño Rodrigo Petrella, nos ofrece una visión de los moradores de la cuenca del Amazonas sin pretensiones documentales o antropológicas, mostrándonos un mundo paralelo a nuestra realidad. Sus fotografías, fruto de más de nueve años de trabajo, nos presentan un indio amazónico alejado del estereotipo del buen salvaje y nos obligan a encarar la existencia cotidiana indígena en la encrucijada en la que se encuentra, en esta irrealidad atrapada entre dos mundos, donde la progresiva destrucción del ecosistema amazónico, no solamente supondrá un cataclismo climático medio ambiental para el planeta, sino también, la destrucción de estas frágiles culturas y poblaciones humanas".

Amador Griñó, Comisario de la exposición

Fechas de la exposición: del 23 de octubre de 2012 al 17 de mayo de 2013. De lunes a viernes de 11:00h a 19:30h. Sábado de 11:00 a 15:00h. Domingos cerrado. Sala Frida Kahlo. Entrada libre hasta completar aforo.  
"Petrella nos presenta su personal aproximación a la belleza humana en la cuenca del Amazonas convirtiendo la cotidianidad de estas gentes en un tributo a la hermosura de la humanidad toda. Estas fotografías son el fruto de más de ocho años de trabajo en diferentes partes de la cuenca amazónica, y constituyen otra manera de contar la existencia de estos pueblos y culturas a partir del arte, a partir de la visión que el fotógrafo, alejándose en lo posible de cualquier pretensión antropológica, ha construido durante este tiempo. Conocer más de los pueblos que habitan estas tierras, del indígena asociado y coligado con este paisaje por un pacto de conveniencia y subsistencia en el complejo y frágil ecosistema que tanto ha cambiado desde la llegada del europeo hace más de cinco siglos —quinientos años de confrontación, convivencia y mestizaje humano y cultural— nos permitirá acrecentar los elementos de juicio a la hora de mirar estos trabajos; pero, en cualquier caso, también podemos acercarnos a estas fotografías sin más bagaje que la mera acción de mirar y admirar los elementos formales o compositivos, contemplarlas como  una naturaleza muerta o un paisaje. Lo visual es siempre asombroso y la memoria basada en lo visual, más libre que la razón, nos permitirá asociarlas aleatoriamente a nuestras experiencias particulares. Elijamos el modo que deseemos para acercarnos a la imagen, con más información o sin ella, los habitantes del alto Xingú, de Trocantins o del mismo río Amazonas —poco importa— se nos presentan como certificaciones de presencias que están en algún lugar ajeno a nosotros, y gracias a la capacidad petrificante que la fotografía posee, diríase que nos miran como aquellos cuadros que, desde la pared, nos observan con ojos fijos y penetrantes, aferrándose a la realidad para negarse a desaparecer, para recordarnos su existencia. Quizás, y por el poder de las imágenes, estas fotografías actúen como en el cuadro del relato de Walpole donde la figura del antepasado dejaba el marco y descendía al suelo con aire grave y melancólico y, en vez de anunciar terribles destinos, conmuevan la sensibilidad de los espectadores y, además de estimular nuestro goce estético, nos ayuden a preservar el ecosistema amazónico sin el que su existencia sería imposible".

Amador Griñó, Comisario de la exposición

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