El sistema de medios en el país
Brasil
Fotos de: Mario Daniel Villagra
En principio, en el viaje siempre hay una posibilidad para aprender algo nuevo. Y, si bien yo salí de Argentina conociendo algo sobre la historia de los medios en el hermano país, siempre cuando viajo trato de entrevistarme con alguien que conozca más que uno. Es así como, preguntando, llegué a conocer a João Paulo Malerba. Él es graduado de la Escuela de Comunicación de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Es además profesor, periodista e investigador del Laboratorio de Estudios de Comunicación Comunitaria, y miembro de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias – AMARC Brasil.
En un artículo publicado en el libro Comunidad y Contra-hegemonía, Malerba asegura que “la comunicación comunitaria es una de las áreas de la comunicación social que más ha sido debatida en medios académicos brasileros en los últimos años”. Es categórico al asegurar que “la comunicación comunitaria, en Brasil y en América Latina, posee la particularidad que permite definirla como una respuesta política de determinadas partes de la población con realidades de injusticia social y desigualdades en el acceso a la comunicación regional”, lo cual no lo vuelve acrítico de la actual realidad de las radios comunitarias. Entonces, considera que uno de los problemas enfrentados por muchas radios comunitarias brasileñas es la baja participación de los miembros de la comunidad. Por eso nos invita a pensar que existe un “medio comunitario ideal” y un funcionamiento real y posible de estos medios. Y que la presencia misma de los términos “comunitario” y “medio comunitario” acaba evocando todas las promesas que comúnmente son conferidas a las posibilidades de la comunidad: organización armónica de intereses entre sus individuos; utilización integral de las herramientas sociales; reservatorio sustancial de valores; y en ese punto, ya estaríamos hablando no solamente sobre los medios comunitarios, sino más bien del sistema de medios en Brasil.
— ¿En qué contexto institucional se encuentra Brasil respecto a sus medios de comunicación?
El panorama del caso brasileñoo es una vergüenza, en comparación con otros. En 2012 hice una investigación comparando diez leyes de América del Sur, y Brasil tiene la ley más restrictiva en algunos puntos: sustentabilidad económica, alcance, potencia y plazos de otorgamiento de licencias. Si uno tiene que hacer un marco, existe una Ley de Radiodifusión, en realidad es Ley de Telecomunicaciones, código brasileñoo de telecomunicaciones del año 1962.
En ese momento, Brasil tenía un gobierno de izquierda, João Goulart (Jango), y era un momento donde en Brasil se estaba intentando hacer unas reformas, inclusive la reforma agraria, reforma urbana y del derecho a la ciudad de aquella época. El Congreso que ya era bastante conservador, creó una ley, propuso un código (Código de las Telecomunicaciones), del cual Jango vetó ochenta artículos que eran conservadores; y esos vetos fueron vetados nuevamente por el Congreso. Entonces, Brasil tiene un código bastante conservador, que no preveía radios comunitarias (incluso habiendo radios alternativas, ligadas a la Iglesia Católica).
Este código preveía radio y televisión comercial y estatal, por lo que las radios que surgieron en esa época eran clandestinas. Eso fue en el 1962 y en 1964 comenzó la dictadura militar en Brasil que duró hasta 1985. A partir de ahí hubo un proceso de censura de los medios muy fuerte y persecución política. En la década de los ‘60 y ‘70 hubo un proceso de retroceso de la sociedad brasileña. Ahí comenzaron a surgir las radios comunitarias, todavía sin ese nombre, más bien radios libres. Muchas surgieron con una perspectiva más juvenil, de experimentación técnica, sin un perfil político.
— ¿Cómo es que en tiempos de dictadura, nacen nuevas radios?
En la década del 1980 se comenzó a vivir un relajamiento de la dictadura. En ese momento nace el proceso de las radios libres en Brasil, todavía sin el nombre de radios comunitarias. Se hacen una serie de experimentos. Las radios eclesiásticas y las radios educativas ligadas a la Iglesia Católica -surgidas en la década del 1960- perduraron. Eran radios principalmente AM, que pertenecían a la Iglesia, de las cuales las comunidades hacían un uso educativo.
Esto persistió en la década de los 80. Hubo una presión por parte de las radios libres -muy ligada a las universidades- un movimiento muy fuerte en Sao Paulo y después en Río de Janeiro; al mismo momento que había un movimiento de presión por el retorno de la democracia. Ese proceso fue muy importante por la presión de los medios comunitarios, medios libres. En fin, en la década desde 1980 al 1990 hay una ampliación de las radios libres y comunitarias. Desde ahí, ya se comienza a tener una perspectiva de estas radios, debiendo mucho a los medios eclesiásticos. Paulo Freire va a tener un impacto muy fuerte en ellas, ligado a la educación de base, de alfabetización y concientización política. Todo ese movimiento fue muy importante para la reapertura democrática.
— ¿Qué diferencia a una radio comunitaria de una radio libre, de una comercial o estatal?
Las radios libres y comunitarias se comenzaron a diferenciar primeramente por ese perfil: la regulación. Las radios libres querían una regulación mínima y las radios comunitarias ya entendían que tenían una serie de modelos de leyes en Latinoamérica, principalmente la de Colombia, que era la ley más avanzada de la época.
Entonces, en la década del 90 hay una separación del movimiento: las radio libres quedaron un poco aparte y quedó un movimiento de radios comunitarias muy fuerte; con una orquestación con los movimientos de América del Sur, ya con una presencia fuerte de AMARC, que trae esa idea de las radios comunitarias ligadas a la organización y a las actividades comunitarias. Ahí hay que hacer un paréntesis: en 1994 se elige un gobierno neoliberal en Brasil, Fernando Henrique Cardoso, que está hasta el 2002 y que implementó una política neoliberal muy fuerte.
En 1997 Cardoso consiguió aprobar la Ley de Telecomunicaciones. Entonces, el Código de 1962 que regía la radiodifusión y la telecomunicación fue revocado. Ahí se creó una ley específica que separa radiodifusión, que continúa hasta hoy, y la Ley de Telecomunicaciones de 1997, que permite la privatización.
La verdad, el objetivo era la privatización de las telecomunicaciones; lo que fue una vergüenza porque fue vendida al precio de bananas. Toda la estructura de telecomunicaciones de Telebras fue entregada para el mercado. En 1998 se obtuvo la aprobación de la Ley de Radiodifusión Comunitaria, que la ley de 1962 no preveía. Aclaremos que en 1988 hubo una reforma de la Constitución que tenía cinco capítulos muy avanzados para la comunicación social. Uno de los capítulos separa y habla de una complementariedad entre los medios públicos, estatales y privados. O sea, en nuestra Constitución, la comunicación comunitaria no está prevista.
Lo que el movimiento de medios comunitarios revindica es que sea entendida como un medio público, no estatal ni privado. La Ley de Radiodifusión Comunitaria de 1998 surge dentro de ese movimiento neoliberal. La gente tenía siete proyectos de ley, que se condensaron en uno solo, que fue retocado (destruido) por el Congreso Nacional. Justamente, para que las radios comunitarias no interfieran la concurrencia de las radios comerciales.
— A partir de entonces, ¿en qué condiciones legales se tienen que desenvolver las radios comunitarias?
En verdad, tenemos una Ley muy restrictiva. Fue hecha para bajar el movimiento de las radios libres y comunitarias en todo el Brasil. La Ley vino para controlar esa eclosión: Impide cualquier tipo de publicidades, solamente da el formato de apoyo cultural; no se pueden dar direcciones, ni teléfonos, no puedan brindar servicios. Muy restrictivo, entonces las publicidades viraron para las radios comerciales locales. Eso hizo que la realidad de hoy de las radios comunitarias sea bastante precaria: no solo en la perspectivas de la sustentabilidad, sino que tienen 25 watios de potencia, más o menos 1 kilómetro de radio; la altura de 30 metros de la antena.
Una de las cosas importantes que no dije es que la radio comunitaria puede ser solo FM. Entonces, tiene un alcance restricto. Los plazos de otorgamiento de licencia son, en principio, de tres años, y pasó a ser de diez años, con la posibilidad de ser renovada. No existe ningún tipo de previsión de fondo para las radios comunitarias, nunca hubo ningún fondo público y ningún fomento en la perspectiva de capacitación. En un escenario, reitero, de persecución muy fuerte sobre las radios comunitarias, antes y después de la Ley.
Para dar una dimensión del problema, entre el 2002 y 2013 hubo 13 mil clausuras de radios, un promedio de tres radios por día. También un proceso lento de otorgación de licencias. Hoy en Brasil hay 4.500 radios comunitarias con licencia, que es un número bastante expresivo. Entonces había mucha burocracia, pero quien consigue tener un “padrino político”, consigue más rápido el otorgamiento de la licencia. Entonces, las radios comunitarias que tenían una relación más fuerte con la comunidad no consiguieron llegar a la licencia.
— ¿Qué pasó en los años que estuvieron “Lula” y Dilma?
En 2002 tenemos la entrada del gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva, hasta el 2008, y después el gobierno de Dilma (Rousseff). El gobierno de Lula fue una gran decepción para el movimiento de radios comunitarias, pues la persecución no disminuyó, inclusive aumentó, y no hubo ningún cambio en la Ley. Además del Legislativo, no hubo desde el Ejecutivo ninguna propuesta para mejorar esa Ley de Radiodifusión Comunitaria, y mucho menos se alteró la Ley de Radiodifusión del 1962, por la presión de los grandes medios hegemónicos. Eso pasó inalterado en el gobierno de Lula.
En el gobierno de Dilma, en el primer mandato, tiene una pequeña mejora, principalmente en la desburocratización del proceso de otorgamiento de licencias. Antes era necesario 33 documentos para recibir la licencia, que fueron reducidos a 7. El trámite ahora es más simple, eso fue en el 2011. También hubo una disminución en la persecución a partir del gobierno de Dilma.
La lectura que podemos hacer es una lectura con controversia: no es simplemente porque el gobierno de Dilma apoyó las radios comunitarias, sino porque las restricciones a las radios comunitarias eran tan grandes, que hubo una disminución de la creación de radios comunitarias.
— Ahora, con el Gobierno de facto de Temer, ¿cuál es la situación del movimiento de radios comunitarias en Brasil?
Se vive un momento de crisis de las radios comunitarias en Brasil, por una serie de factores, entre ellos el factor Estatal; que tiene una Ley restrictiva. A lo largo del Gobierno de Lula y Dilma hubo una presión de la sociedad civil para modificar la Ley, un proceso muy parecido al de los “21 puntos básicos para el Derecho a la Comunicación”, como se desarrolló en Argentina.
La verdad es que lo que sucedió en Argentina fue muy importante para Brasil, fue un soplo de esperanza, una presión internacional para tener un cambio en la Ley brasileña; en la ley uruguaya, la ley boliviana, la ley argentina, la ley venezolana y la ecuatoriana; todo eso presionó al Estado brasileño, pero no fue hecho. Por otro lado, la gente ya tiene un proyecto de Ley, que es el PLIP (Proyecto de Ley de Iniciativa Popular), donde hay una carta con iniciativas para la comunicación.
Muchos puntos son parecidos con la llamada Ley de Medios de Argentina, en el sentido de la perspectiva de democratización del escenario. Eso, a partir de la crisis de 2011 y 2012, cae al piso. Hay un proceso de desmovilización de la sociedad civil porque la gente entiende que el Congreso está imposible. Ya en el gobierno de Lula era un momento en que había mayoría en el Congreso. El análisis que hacía el gobierno de Lula, era que la Ley no pasaría en el Congreso. Entonces, a partir del 2013 y después del golpe de Temer, no hay un ambiente para cambiar la Ley. Ahora, lo que hace el movimiento es frenar todo retroceso.
Un punto importante en el gobierno de Lula, es que hizo un Plan Nacional de otorgamiento de licencias, con la idea de abrir el escenario. Un plan técnico. Lo que acontece, es que Brasil está dividido por regiones, esas regiones fueron mapeadas para ver cuántas radios comunitarias caben allí. Eso fue hecho sin ningún criterio. El plan consiguió una especie de regularidad en el otorgamiento de licencias. Eso es una de las primeras cosas que el gobierno de Temer hizo: acabar con el Plan Nacional de otorgamiento de licencias.
Nota al margen
De la conversación con João Paulo quedó claro que existen similitudes y diferencias en cuanto a la relación sistema de medios de comunicación, construcción de poder popular y el poder del Estado: tanto en Brasil como en Bolivia, las radios libres y comunitarias formaron parte de la resistencia a los golpes militares.
También quedan algunas conclusiones: la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en Argentina fue el resultado de un cúmulo de intentos en otros países latinoamericanos de desalambrar el latifundio mediático.
Al finalizar la charla con Malerba, recordé una palabras del venezolano Emilio Modesto Guerrero, dichas antes de presentar su libro Medios y poder en Venezuela. Pregunté entonces si podrían hacer una comparación entre los medios comunitarios de Venezuela y Argentina, y él me dijo: “Son contrapuestos. Sería muy útil, muy bueno que en los 320 medios de Venezuela estuvieran participando profesionales del periodismo o de la comunicación social, o estudiantes avanzados de esas carreras, y no es así. El 90% no lo son, son militantes, están estudiando o han aprendido. En Argentina —vale para el caso Brasil—, los medios comunitarios son de corto alcance, pero son todos profesionales y encontrarás trabajos bien elaborados. Pero acá —por Argentina—no hay revolución” —y en Brasil tampoco.
Por lo menos existe esa forma más conocida de disputa por el Estado: hay resistencia en las calles, hay movimientos de diversas índole que confluyen en una crítica al Estado patriarcal, latifundista, católico, y con una corrupción que desborda por los lugares donde se celebran los negocios entre empresas y funcionarios de Estado.
Hay condiciones de pobreza y de violencia social ligada a la falta de oportunidades y alternativas, y la marginalidad social que duerme en la calle. En suma, hay condiciones para que Brasil se abra hacia un nuevo régimen. Por lo pronto, por más que en las calles se diga “fuera Temer”, Temer sigue. Mientras tanto, las próximas elecciones en 2018 se acercan.
Lic. Mario Daniel Villagra. Mas en: villagramd.blogspot.fr