En distintas ocasiones, en mis viajes a Madrid, he visitado Casa de América. Algunas veces por largos días, para participar en los laboratorios de guiones para jóvenes directores de cine. Otras para participar en debates después de la  presentación de una película. Y en muchas otras ocasiones, para ver su programación de cine. De todas esas diferentes ocasiones sigue viva en la memoria la sensación de sentirme verdaderamente en casa -no creo que exista una manera más sencilla y precisa de decirlo. En casa, en el sentido que la manera de recibir al visitante le hace sentir a gusto, "como en su casa". En casa, porque su espacio contiene algo que nos hace recordar el hogar donde vivimos. Pero sobretodo, en casa, porque lo que en ella se realiza contiene mucho de lo que nos hace avanzar para el hogar imaginario donde uno verdaderamente existe, su cultura.  Hablo muy especialmente de una parte de las múltiples actividades de Casa de América, pero seguro que el todo se encuentra en cada una de sus partes y seguro también que el cruce de diferentes lenguajes torna aún más rica la información que se recibe de cada una en particular. Pero quiero subrayar que el cine de Casa de América es un raro espacio en donde con regularidad encontramos una programación dedicada a la espontánea conversación entre la sensibilidad cinematográfica latinoamericana y la ibérica. Lo que resulta de la actividad de la  sala de cine de Casa de América es esa sensación que nosotros, gente de cine,  compartimos de manera especial, pero que en realidad comparten todos y que expresa su dimensión especial en una palabra pequeñita: casa. Aquí el cine está en su casa.

José Carlos Avellar (Brasil) Ensayista y crítico de cine