Hijo del historiador Rafael Luis Gumucio Rivas y nieto del político de izquierda Rafael Agustín Gumucio (Santiago de Chile, 1970), vivió exiliado en Francia después del golpe militar de septiembre de 1973 encabezado por el general Augusto Pinochet. Ya de regreso en Chile, estudió Pedagogía en Castellano en la Universidad de Chile y luego un magíster en Literatura. Asistió al taller literario de Antonio Skármeta. Es autor de los libros Invierno en la torre (1995), Memorias prematuras (1999), Monstruos cardinales (2002), Comedia nupcial (2002), Los platos rotos(2004; reedición ampliada en 2013), Páginas coloniales (2006), La deuda (2009), Contra la belleza (2010) y La situación. Crónicas literarias (2010) y recientemente ha publicado Mi abuela. Marta Rivas González (UDP, 2013) En 2004 obtuvo el Premio Anna Seghers. Ha escrito para los diarios La Nación, El Mercurio, La Tercera, El Metropolitano, Las Últimas Noticias, El País, ABC y el New York Times, así como en las revistas Apsi, Rock & Pop, Fibra, de la que fue creador y editor general, The Clinic, de la que también fue uno de sus fundadores. Ha sido también animador, guionista y realizador de programas de televisión como Gato por liebre (Rock & Pop Televisión, 1995-1998) y del programa de humor absurdo Plan Z, que recibió múltiples censuras. Es director del Instituto de Estudios Humorístico de la Universidad Diego Portales y humorista-locutor del programa Desde Zero de Radio Zero, junto a los periodistas Patricio Fernández y Claudia Álamo.

"Para Rafael Gumucio la historia de Chile es una cuestión personal. O más bien un asunto de familia. Y dentro de esa familia ocupa un lugar preponderante la excéntrica personalidad –avasalladora, entrañable, irritante, conmovedora– de su abuela Marta Rivas González, que desempeñó una influencia decisiva en la educación no sólo sentimental, sino también intelectual y moral de su nieto. Provisto de su penetrante sentido de la paradoja, de la ternura, de la impudicia, el deslumbrante autor de Memorias prematuras regresa al escenario de su infancia para pergeñar desde la otra orilla, actuando él mismo de persona interpuesta, lo que admitiría ser tomado por unas "memorias póstumas" de un personaje casi legendario, una aristócrata de izquierda cuya genialidad y patetismo dan un acorde inimitable en el que resuena, como en sordina, el himno roto y trasnochado de todo un país".

Ignacio Echevarría