literatura

19 de noviembre

La aguja en el pajar

Carmen Boullosa

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19/11/19. Lectura de poemas del libro La aguja en el pajarde Carmen Boullosa, obra galardonada con el XIX Premio Casa de América de Poesía Americana por su "fuerte personalidad con la doble capacidad de jugar con el lenguaje y utilizarlo como espejo de la realidad mexicana, a veces violenta, con versos memorables y reflexiones de una gran profundidad". 

Lenguaje iracundo, reflexivo o sereno, en clave de humor o en traje de luto, los poemas de La aguja en el pajar  retoman y transgreden variedades de la tradición poética y el habla de México.

Participantes:
- Antonio Pérez-Hernández, director general de Casa de América.
- Luis García Montero, director del Instituto Cervantes.
Benjamín Prado, escritor.
- Carmen Boullosa, escritora.

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Carmen Boullosa es novelista, poeta y dramaturga. Sus publicaciones más recientes son la novela El libro de Ana  (Siruela) y los poemas La impropia (Taller Martín Pescador). Recibió el Premio Xavier Villaurrutia, el Liberaturpreis en Frankfurt por la versión alemana de La Milagrosa, el Anna Seghers por el conjunto de su obra, el Rosalía de Castro del PEN Galicia y cinco N.Y. EMMYs por su participación en el programa "Nueva York" de CUNY-TV. Fue becaria Guggenheim, del Cullman Center de la biblioteca pública de N.Y., profesora invitada en Georgetown, San Diego State University y  Columbia, de la Cátedra Andrés Bello en NYU y de la Cátedra Reyes en la Sorbona. Ha sido  parte del cuerpo académico de CUNY en City College, hoy en Macaulay Honors College. Vive en Coyoacán y en Brooklyn. 

'Elogio al ojo ceramista' 

Todos los días, el ojo ceramista

produce piezas varias de diversos tamaños y texturas.

Moldea formas que dan alivio.

Agua y materia sólida, ese ojo

imita la mano de la divina mano

que hizo al primero de arena y agua, de barro.

 

Amor, comamos tranquilos.

El ojo del culo,

al defecar,

como buen artesano,

rutinario

moldea.

 

'Mi vida con el volcán' 

Como yo, el volcán despierta de noche.

De día, él y yo intentamos descansar, 

               sin mucha suerte.

Por eso andamos turulatos.

 

Cuando ya se juraría que no servimos para cualquier cosa,

escupimos nuestra bocanada nocturna

sobre la irritante luz feroz del pleno día.

 

Ésta que aquí se ve entre letras

es la mía. 

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