La Casa de América, nuestra casa en Madrid. Confieso que siempre que paso por Madrid, que no son pocas veces, tengo la extraña sensación que aún no he llegado, sino paso por delante del edificio de la Casa de América en Cibeles. Muchas veces le pido al taxista que siga desde Atocha hasta esa emblemática rotonda simplemente para saciar una sutil sensación de nostalgia. Será porque aquella hermosa casa ha acogido a muchos de los grandes momentos de mi vida y carrera profesional. La patina de sus paredes ahora impregna la emoción del nacimiento de mi primera película, Madeinusa. Y no me refiero al estreno en pantalla sino al guión, en el frágil papel. Gracias a los talleres de la Casa de América y la Fundación Carolina, Madeinusa se nutrió de tres meses de encuentros, charlas, clases maestras inolvidables. Más tarde fue también esa casa quien dio la bienvenida a sus actores, sus creadores. Con múltiples estrenos y eventos no hacía sino acercarla al público cosmopolita de la ciudad de Madrid. Recuerdo los nervios de mi madre, la artista Patricia Bueno, cuando ella también expuso su obra, gracias al esfuerzo de la gran familia que habita aquella casa. Las muestras de cine peruano, las múltiples charlas y conferencias de las que tanto he aprendido, y cómo no una vez más, el soporte a mi segunda película La teta asustada. La sonrisa de Teresa, los abrazos, las diversas bienvenidas, el constante apoyo al cine iberoamericano y el éxito de sus propuestas viven siempre en mi corazón. Y lo más importante, la sensación de estar en casa, en familia.  

Claudia Llosa (Perú) Directora y guionista